Ostentar alardeando de pompa y boato a todos nos gusta. Siempre encontramos a alguien con aparente menor nivel que el nuestro y ante quién podemos presumir de lo que en realidad no somos ni llegaremos a ser.
Lujosas y horteras limusinas de alquiler pueblan las capitales para que quién va montado en ella pueda sentirse estamentalmente superior que a los que ve por las tintadas ventanillas.
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