Después de un caluroso verano nuestros embalses suelen rozan los límites mínimos de capacidad, sobre todo en lugares secos. Por eso nos pasamos el otoño mirando al cielo y esperando a que lleguen las primeras lluvias que den de beber a nuestras sedientas presas y oculten las ruinas que en algunos casos quedan al descubierto.
En ocasiones sucede que, tras una intensa lluvia o una copiosa nevada con su posterior deshielo, se alcanza el límite máximo y es entonces cuando hay que tomar medidas y abrir compuertas y aliviaderos para que el agua fluya libremente evitando así que lleguen los temidos desbordamientos y las catastróficas inundaciones.
Solución/ebazpena: "Azul vs. rojo": Frontón de Lamuza, Llodio (Álava) [19/01/2010]
Embalse de Maroño
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