Está claro que a todos no nos pueden gustar las mismas cosas, ya que si fuera así... todo sería muy aburrido. Por eso hay a quienes les gusta la montaña, mientras que otros prefieren el mar. A unos les va más el dulce, a otros lo salado. La carne o la verdura. El fútbol o el baloncesto. La actividad o la tranquilidad. Y por si no nos parecen suficientes opciones, tenemos que acompañarlo también de los colores. Y tal es nuestro afán por colorear la vida que a veces nos pasamos y coloreamos hasta la comida. Y con la comida es mejor no jugar ya que un apetitoso queso puede dejar de serlo si vemos que en lugar de su color habitual tiene una tonalidad... dejémoslo en diferente. A mi al menos me ha quitado el hambre, ¿a vosotros?
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